Aquel día, la joven mujer, estaba más que perdida, una vez más no encontraba sus llaves, ni el celular, ni los lentes…buscó en su cartera. Sacó un martillo, maquillaje, toallitas, una hebilla…, lapiceras sin capuchón, una cartuchera vacía, el estuche vacío de los anteojos, el llavero sin las llaves. No reparó en ordenar nada, todo regresó del mismo modo a su cartera. Los lentes los encontró en la cama, el celu debajo de la pila de libros y las llaves no las pudo encontrar.
-Y después de todo, ¿para qué quiero esas llaves?- ¬reflexionó para sí -si ya sé a dónde me conducirán. No abrirá ninguna puerta diferente a las conocidas. Ninguna que me lleve a un mejor lugar, ni que me invite a un mundo diferente, Ni más mágico, ni más sensible, ni más honesto. Mejor ni me preocupo en encontrarlas. Mejor me embarco en la búsqueda de otras nuevas. Algunas que me permitan abrir una nueva puerta, que me conduzca a un mundo diferente, más amable, más loco, más niño, más mágico y espontáneo.
Buena idea cambiar de llaves para empezar una nueva vida.
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Es la opción para no abrir siempre las mismas puertas
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