Tengo miedo de lo vago, vanal e intrascendente

del descarte y de la espuma

Tengo terror a la hambruna del alma, del obsecuente

Tengo desprecio a la inerte corriente del inconciente

Y a la estupidez que va suelta  sin rienda ni corazón le esquivo

Tengo estupor al hastío, a que se escurran las horas

Tengo anulada la calma ante la excusa insolente

Desprecio la inconsistencia, la frialdad, la letanía

Desprecio al traidor y su esgrima

al chamuyo, al cholulaje

Desprecio a todo estandarte que se alce absolutista

Me niego a la simetría, a la medida y su norma

a la blancura y su fama de lumínica santidad

a la triste castidad  y su moral convincente

y desprecio todo aquello que la poetisa Violeta

despreció en su poesía